Estos pequeños empresarios son conscientes de que, desde la perspectiva del régimen, representan una amenaza porque una parte significativa de los dólares que ingresan al país se escapan de su control.
En los estantes de un bodegón en el sur de La Habana, los productos son cada vez más escasos. Un hombre le pregunta a la [vendedora] si tienen cartones de huevos. “Ya se terminaron”, responde ella. “¿Cuándo habrá más?”, insiste el cliente. Ella se encoge de hombros y contesta: “Creo que ya no van a entrar, el negocio va a cerrar”.
El hombre expresa su descontento. “El gobierno está intensificando su guerra contra las MIPYMES sin asegurar una oferta [que sea] suficiente para el pueblo. Estos negocios privados están dirigidos a quienes tienen cierto poder adquisitivo. El resto de la población depende del Estado para su alimentación, para eso hicieron una revolución con empresas estatales y planificación centralizada. La estrategia es clara: quieren que aquellos que recibimos dólares compremos en las tiendas que venden en divisas”.
El dueño del negocio, se expresa: “Estoy liquidando los productos que me quedan. Los huevos ya están desaparecidos en combate, y la mayoría del pollo se vende de manera clandestina. He tenido que aumentar el precio de varios productos, como el papel sanitario, gel y jabones de baño, y ahora se venden menos.
“El gobierno asegura que no es una guerra contra las MIPYMES, pero los hechos indican lo contrario. Las medidas aprobadas parecen estar diseñadas para frenar al sector privado. Somos una amenaza para sus ‘negocios’, ya que una parte significativa de los dólares que ingresan al país no pasa por sus manos. Por ejemplo, han aumentado en un 50% los impuestos sobre productos importados que, según las autoridades, no son de primera necesidad. Para ellos, el pueblo debería limpiarse con papel de periódico y bañarse con jabones de mala calidad. Desde enero del año pasado, implementaron un corralito financiero que limitaba las transferencias a 80.000 pesos diarios y 120.000 pesos mensuales, lo que obligó a muchos dueños de negocios a guardar efectivo en sus casas. Nadie confía en el sistema bancario cubano», cuenta el dueño del bodegón, añadiendo:
«El Estado no nos vende dólares; tenemos que comprarlos en el mercado informal. Como si esas dificultades no fueran suficientes, también han fijado los precios de seis productos y amenazado, de manera velada, con controlar el precio de más productos en el futuro. El gobierno ha desplegado un ejército de inspectores y funcionarios dedicados a fiscalizarnos. Te multan por cualquier cosa o, de lo contrario, hay que pagarles bajo la mesa. La corrupción es tremenda. Y a partir del 1 de agosto, las cuentas en divisas del negocio deben mantenerse en el banco. Es una locura. Quieren recaudar divisas, pero a la fuerza”, señala el Emprendedor agobiado.
El Economista Gustavo opinó que “cuando se analizan fríamente las medidas aplicadas por el gobierno, es imposible encontrarles una lógica económica, e incluso, ni siquiera política. Casi todas estas normativas son contraproducentes. A corto plazo, habrá una escalada inflacionaria. Lo sensato sería que hubiera medio millón o un millón de MIPYMES. Once mil, las que existen actualmente, son demasiado pocas, una cifra simbólica. Existe un error conceptual: los negocios privados, debido a los exiguos salarios de los empleados del sector estatal y de los pensionados, no están diseñados para satisfacer la demanda de personas con bajos ingresos, que son la mayoría de los cubanos”.
“Es difícil entrar en un mercado privado y ver un local climatizado, limpio, con productos importados de mucha mayor calidad y diseño que los que recibe la población a través de la libreta de racionamiento, y no poder comprar. Las MIPYMES no son las bodegas estatales del barrio. El gobierno debe recordar que el sector privado maneja sus emprendimientos con dinero propio, no con dinero público. Estas políticas desmotivan futuras inversiones extranjeras y de cubanos en el exterior. Además, la falta de una oferta sostenible de bienes y servicios reducirá aún más el poder adquisitivo de los asalariados estatales y jubilados, incrementará los precios, y los cubanos seguirán emigrando”.
“Lo correcto, para poder detener la crisis multisistémica y la inflación, sería reducir los impuestos para que los negocios privados florezcan, y permitir que los empresarios extranjeros paguen directamente a sus trabajadores y privatizar las más de 300 empresas estatales que son ineficientes. Y, sobre todo, reducir el enorme aparato burocrático del Estado”, concluye el economista.
Original de Diario Las Américas.
Flor Elena Robledo es periodista y comunicadora con experiencia en «Sábado Gigante» y Univision, destacándose en comunicación pública y traducción simultánea. Ha enseñado periodismo, entrevistado a figuras públicas y trabajado en TUVU y MegaTv, alcanzando millones de vistas con sus historias. Posee un título en Periodismo de Radiodifusión de la Florida International University y estudios de posgrado en Periodismo en Español.
Flor Elena Robledo is a journalist and communicator with experience in «Sábado Gigante» and Univision, excelling in public communication and simultaneous translation. She has taught journalism, interviewed public figures, and worked at TUVU and MegaTv, reaching millions of viewers with her stories. She holds a degree in Broadcast Journalism from Florida International University and has pursued postgraduate studies in Journalism in Spanish.