Sep. 14, 2024 12:16 am

El 14 de agosto de 2024, los gobiernos de El Salvador y Guatemala dieron un paso significativo hacia la integración económica regional al anunciar la implementación de un modelo integrado en dos de sus fronteras: Anguiatú, en el departamento de Santa Ana, y La Hachadura, en Ahuachapán. Este esfuerzo, que forma parte de un proceso de integración promovido por la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA), refleja el compromiso de ambos países para mejorar la eficiencia y la cooperación en sus fronteras, en beneficio de sus economías y de la región en general.

La revista E&N informó:

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María Luisa Hayem, ministra de Economía de El Salvador, aseguró que las fronteras de Anguiatú, en el departamento de Santa Ana, y La Hachadura, en Ahuachapán, serán las próximas que se establecerán bajo un modelo integrado junto con las autoridades de Guatemala.

El modelo de puntos fronterizos integrados unifica los servicios de migración, aduanas, fitosanitarios y de seguridad en un solo establecimiento. En este caso, Hayem confirmó que los colaboradores guatemaltecos pasarán al lado salvadoreño.

El Ministerio de Economía aseguró que los puntos fronterizos integrados reducen el tiempo y los costos de los transportistas, principalmente porque el servicio es más rápido y no se incurren en gastos de almacenamiento.

La integración aduanera en Centroamérica no es un concepto nuevo. Desde 1960, con la firma del Tratado General de Integración Económica Centroamericana, los países de la región han buscado formas de unificar sus mercados y facilitar el comercio intra-regional. Sin embargo, los avances han sido desiguales y, en ocasiones, lentos debido a desafíos políticos, económicos y logísticos.

El proceso de integración aduanera recibió un impulso significativo en 2017, cuando Guatemala y Honduras lanzaron la Unión Aduanera Centroamericana, que permite el libre tránsito de mercancías entre ambos países con un mínimo de controles fronterizos. El Salvador se unió a esta iniciativa en 2018, fortaleciendo la cooperación trilateral. Ahora, con la integración de los puntos fronterizos de Anguiatú y La Hachadura bajo un modelo unificado, El Salvador y Guatemala buscan no solo mejorar la eficiencia aduanera, sino también fortalecer la seguridad, reducir costos y tiempos para los transportistas, y avanzar hacia una mayor integración económica regional.

El modelo de puntos fronterizos integrados que están adoptando El Salvador y Guatemala es un sistema que unifica los servicios de migración, aduanas, controles fitosanitarios y seguridad en un solo establecimiento. Esto significa que, en lugar de que los transportistas y viajeros tengan que pasar por múltiples controles en ambos lados de la frontera, todos los procesos se realizan en un único punto, facilitando el flujo de personas y mercancías.

Según la ministra de Economía de El Salvador, María Luisa Hayem, este modelo no solo reduce el tiempo de espera, sino también los costos operativos para los transportistas, ya que se eliminan gastos innecesarios como el almacenamiento de mercancías. En el caso específico de las fronteras de Anguiatú y La Hachadura, se ha confirmado que los funcionarios guatemaltecos operarán en el lado salvadoreño, lo que representa un cambio significativo en la manera en que tradicionalmente se han gestionado las fronteras en la región.

La implementación de puntos fronterizos integrados tiene un impacto directo en la economía de ambos países. Al reducir el tiempo de tránsito de mercancías, se facilita el comercio y se mejora la competitividad de las empresas que operan en la región. Esto es especialmente relevante para las pequeñas y medianas empresas (PYMES), que a menudo enfrentan mayores barreras para exportar sus productos debido a los costos asociados con la logística y el cumplimiento de normativas aduaneras.

Además, esta integración es un paso hacia la modernización de la infraestructura fronteriza en ambos países. Durante la reunión del 14 de agosto, los gobiernos de El Salvador y Guatemala discutieron los avances en la modernización de sus infraestructuras, subrayando la importancia de contar con instalaciones modernas y eficientes que puedan soportar el incremento en el flujo comercial que se espera como resultado de esta integración.

Aunque la integración aduanera trae consigo numerosos beneficios, también plantea desafíos significativos. Uno de los principales retos es la coordinación entre los diferentes organismos gubernamentales y el aseguramiento de que todos los procedimientos se implementen de manera uniforme. Además, la cooperación entre los dos países debe ser fluida para evitar que surjan discrepancias que puedan retrasar o complicar el proceso.

Otro desafío es la resistencia que puede haber por parte de algunos sectores que ven la integración como una amenaza a su autonomía o como un riesgo de pérdida de control sobre los recursos fronterizos. Sin embargo, los beneficios de un sistema aduanero integrado, que incluye la reducción de la corrupción, la mejora de la seguridad y el incremento de la competitividad, pueden superar estas preocupaciones si se gestionan adecuadamente.

Mirando hacia el futuro, la meta es que, al finalizar el año, haya un «gran nivel» de avance en esta iniciativa. La ambición de ambos gobiernos es que la experiencia de integración en Anguiatú y La Hachadura sirva como modelo para otros puntos fronterizos en la región, no solo entre Guatemala y El Salvador, sino también en el resto de Centroamérica.

La integración de las aduanas de El Salvador y Guatemala no es un hecho aislado, sino parte de un esfuerzo más amplio hacia la unión aduanera en Centroamérica. Desde que Guatemala y Honduras lanzaron su unión aduanera en 2017, otros países de la región han mostrado interés en unirse, con el objetivo de crear un mercado común que permita la libre circulación de bienes, servicios, personas y capitales.

El éxito de este proceso depende en gran medida de la capacidad de los gobiernos para armonizar sus normativas, fortalecer la infraestructura y mejorar la capacidad administrativa de sus instituciones aduaneras. A medida que se avanza en la implementación de puntos fronterizos integrados, se espera que otros países de la región sigan el ejemplo de Guatemala y El Salvador, lo que podría transformar el panorama económico de Centroamérica en las próximas décadas.

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