Por: Antonio Moreno Ruiz
Cuando se nos habla de “pioneros”, automáticamente pensamos en el Mayflower. Pero mucho antes de aquel barco que llegó de Inglaterra en 1620, ya había presencia hispánica en Norteamérica, tanto a nivel de expediciones como a nivel de fundaciones. Y no en vano, la ciudad de San Agustín, en la Florida, fue la primera ciudad de los actuales Estados Unidos.
De hecho, fechas tan emblemáticas en Estados Unidos como la Navidad o el día de Acción de Gracias también tiene que ver con aquellos expedicionarios y fundadores españoles que recorrieron las tierras norteamericanas, dejando un legado inmortal.
En Luisiana tenemos el ejemplo de los isleños, esto es, descendientes de canarios que llegaron en el último cuarto del siglo XVIII, los cuales han mantenido la lengua española contra viento y marea. Similares casos han sobrevivido en Texas, Colorado, Nuevo México y California. Y como nos enseña el historiador español afincado en San Antonio, Jorge García Ruiz, no sólo estamos hablando de “españoles europeos”, sino que la hispanidad norteamericana siempre se compuso de gentes de todas las razas, incluyendo indios aliados, con los cuales se mantuvo la presencia en el continente durante tres siglos.
Por ello, no estamos hablando “sólo de una historia española”, sino en todo caso, de una historia “española americana” para reivindicar y compartir desde Alaska a la Patagonia. Y es que no en vano, ya en el siglo XVIII, el español se confirma con la fuerza de una lengua continental americana.
Por ello, el historiador estadounidense Thomas E. Chávez insiste en que España también es la madre patria de Estados Unidos.
Y mucho antes, entre los siglos XIX y XX, el también historiador estadounidense Charles Fletcher Lummis clamaba contra la desaparición de España de la historiografía de los Estados Unidos, poniendo en valor las fundaciones y exploraciones españolas. El poeta Walt Whitman reclamó el “carácter español” como parte de la “identidad compuesta de los Estados Unidos”. Y presidentes como Kennedy o Reagan hicieron lo propio, reivindicando lo hispánico como parte de la historia, la identidad y la cultura del país de las barras y las estrellas.
¿Qué decir del origen hispano de la cultura cowboy, empezando por el rodeo? Los caballos “mustangs” provienen de los mesteños y las vacas “long horn” de las mostrencas; ganado que aún se encuentra en Doñana, en la Andalucía atlántica que, con las Islas Canarias, es la mayor y mejor conexión y síntesis de Europa con América.
Y ante el 4 de julio, cada vez son más los estadounidenses que se acuerdan del papel hispánico en la independencia, la cual se consiguió gracias a la formidable armada liderada por Bernardo de Gálvez y compuesta por soldados de los actuales territorios de España, México, Cuba, Puerto Rico, República Dominicana, Costa Rica, Venezuela y Perú, entre otros; derrotaron al imperio británico, demostrando que los hispanos, cuando nos unimos, somos invencibles.
Los hispanos siempre fuimos pioneros, adelantados, aventureros, guerreros. Nuestros antepasados hicieron grandes expediciones científicas y fundaron ciudades que a día de hoy son patrimonio de la humanidad. Por ello, el hispano no puede ni debe ser tratado como un “advenedizo exótico”, sino como parte constituyente de Estados Unidos. Sin duda, estamos ante el enésimo desafío de una batalla cultural que debe hacerse desde diversas ópticas. Y para ello se nos requiere.
Antonio Moreno Ruiz Nacido en Bollullos de la Mitación (Sevilla, España), en 1981. Historiador licenciado por la Universidad de Sevilla, con máster en Educación Secundaria y especializado en Historia de América. Comunicador y escritor. Amplia experiencia en periodismo, así como en docencia, traducción y proyectos de formación académica y cultural. *Co-fundador de la página “Spanish Heritage”
Sr. Ruiz,
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