Oct. 13, 2024 2:29 pm

Armas gratis para algunos y préstamos agobiantes para otros: Pekín ha vuelto a su ofensiva diplomática para contrarrestar a Estados Unidos.

En el Foro de Cooperación China-África 2024 (FOCAC), celebrado del 4 al 6 de septiembre, el líder chino Xi Jinping instó a las naciones africanas a volver a comprometerse con la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI), a pesar de las críticas generalizadas que califican al proyecto de trampa de deuda. Si bien Pekín niega estas acusaciones, alrededor del 60% de los países de bajos ingresos enfrentan problemas de deuda, y los préstamos de la BRI suelen ser el punto de inflexión. Muchos proyectos siguen sin terminar y otros brindan poco o ningún beneficio a las poblaciones locales de los países deudores. Sin embargo, los préstamos crean oportunidades para la corrupción y el enriquecimiento en efectivo sin condiciones para los líderes autoritarios que se benefician personalmente, lo que hace que los préstamos chinos sean más atractivos en algunos casos que la ayuda estadounidense.

El lema del Foro de Cooperación China-África (FOCAC) de 2024, “Un futuro compartido para China y África”, refleja el intento de Pekín de posicionarse como el salvador anticolonial del continente. Esto es irónico, considerando que Estados Unidos nunca ha tenido una colonia en África, pero China enmarca su compromiso como un rescate de África del supuesto “colonialismo” estadounidense. Junto con promesas de comercio e inversión, Pekín prometió 150 millones de dólares en ayuda militar a África. Sin embargo, el término “ayuda” resalta una diferencia clave entre los enfoques de Estados Unidos y China para el compromiso con el mundo en desarrollo. Cuando Estados Unidos proporciona ayuda, normalmente es en forma de subvención o donación. En cambio, gran parte de lo que China llama “ayuda” consiste en préstamos concesionales, a menudo a interés y respaldados por recursos naturales, lo que afianza aún más las dependencias económicas.

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En los últimos años, varios países africanos se han acercado a la esfera de influencia de China, impulsados ​​principalmente por las inversiones económicas y los proyectos de infraestructura de Pekín en el marco de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda (BRI). Países como Zimbabwe, Sudán, Eritrea, Yibuti y Angola han fortalecido sus vínculos con China a través de estas iniciativas, que suelen ofrecer una financiación más fácil que la ayuda occidental, generalmente vinculada a condiciones relacionadas con la democratización y los derechos humanos. Por ejemplo, Zimbabwe, bajo sanciones occidentales por violaciones de los derechos humanos, recurrió a China en busca de apoyo económico y político, logrando inversiones en proyectos como la energía hidroeléctrica y la infraestructura aeroportuaria, sin las estipulaciones políticas que suelen acompañar a los paquetes de ayuda occidentales.

Sudán, igualmente aislado por las sanciones occidentales, se ha vuelto cada vez más dependiente de China para las inversiones, en particular en su vital industria petrolera, al tiempo que cuenta con el respaldo diplomático de Beijing en foros internacionales como las Naciones Unidas. Este apoyo ha ayudado a Sudán a mantener un grado de estabilidad económica a pesar de las presiones globales y el aislamiento de los sistemas financieros occidentales. Mientras tanto, Sudáfrica, miembro tanto del BRICS como de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI), también se ha acercado a la esfera de influencia de China. Los dos países han fortalecido sus vínculos estratégicos, ejemplificados por ejercicios militares conjuntos realizados con el Ejército Popular de Liberación (EPL). Esta cooperación militar refleja el creciente alineamiento de Sudáfrica con la visión geopolítica de Beijing, consolidando aún más su papel como socio clave en la estrategia global de China.

Eritrea, aislada durante mucho tiempo debido a su historial de derechos humanos, también ha fortalecido sus vínculos con China, beneficiándose de inversiones en su sector minero y cooperación militar. Estos avances le han brindado a Eritrea un apoyo económico y político muy necesario sin las estrictas condiciones que suelen imponer las potencias occidentales. Yibuti, estratégicamente ubicado a lo largo de rutas marítimas globales clave, alberga la primera base militar china en el extranjero, lo que simboliza el creciente alineamiento militar y económico entre las dos naciones. Mientras tanto, Angola, que aún se está recuperando de su guerra civil, se ha vuelto muy dependiente de los préstamos e inversiones chinas, particularmente en el sector petrolero, profundizando sus vínculos económicos con Beijing.

La estrategia de China para con las naciones africanas, ofreciendo desarrollo de infraestructura sin las condiciones políticas que suelen imponer los países occidentales, le ha permitido expandir su influencia en todo el continente. Esta estrategia, a menudo descrita como una política de no interferencia, le permite a China interactuar con los gobiernos sin presionarlos en cuestiones como la democratización o los derechos humanos. Al brindar apoyo diplomático, realizar inversiones estratégicas en sectores como la energía y la minería y fomentar la cooperación militar, China ha cultivado relaciones sólidas y asociaciones cada vez mayores. La disposición de China a ofrecer respaldo financiero sin exigir reformas de gobernanza o transparencia ha hecho que sus inversiones sean particularmente atractivas para los líderes de países que buscan el desarrollo pero se muestran recelosos de la supervisión occidental.

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Al otro lado del mundo, a principios de semana, China regaló dos buques de guerra a Camboya, mejorando las capacidades navales del país en la base naval de Ream, de importancia estratégica. Esta medida forma parte de la estrategia más amplia de Pekín para expandir su presencia militar e influencia en el sudeste asiático, al tiempo que socava la influencia de Estados Unidos en la región. La base naval de Ream, que ha estado experimentando expansiones respaldadas por China, es un activo crítico debido a su ubicación a lo largo de rutas marítimas clave. Este gesto de China está en línea con sus esfuerzos por construir un eje antioccidental, aumentando las tensiones regionales y desafiando el dominio de Estados Unidos y sus aliados tanto en Asia como en África. Al fortalecer el poder naval de Camboya, China está reforzando su presencia estratégica en el Indo-Pacífico, intensificando aún más la competencia geopolítica en la región.

China está comprando amigos e influyendo en países de África y Asia, construyendo un eje y amenazando la política exterior de Estados Unidos en dos regiones estratégicas.

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