Incluso sus aliados han sido capaces de cuestionar el autoritarismo de Nicolás Maduro y su afán de aferrarse al poder. Pero hay uno que no solo no ha cedido ni un milímetro sino que ha redoblado la opuesta. Mientras Lula Da Silva y Gabriel Boric han sido capaces de (al menos públicamente) llamar a respetar la democracia, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, polarizó aún más su discurso y arremetió contra EE.UU.
Y es que la Administración de Estados Unidos ordenó sancionar a 16 altos cargos del ejecutivo venezolano, acusándolos de obstaculizar las elecciones presidenciales de julio de este año. Ortega condenó las sanciones.
Calificó a EE.UU. de ser un «imperio decadente y decrépito». «Las agresiones imperiales, coloniales y neocoloniales sólo muestran la impotencia y rabia de imperios decadentes y decrépitos ya que, moralmente, han perdido todas las batallas frente a un mundo que no es ni sumiso, ni dependiente, sino aguerrido, valiente y decidido a transformar los sistemas caducos y crear el nuevo orden multipolar», dijo Ortega en un comunicado.
Aparece como firmante junto a su esposa, Rosario Murillo, quien es además vicepresidente de lo que se ha convertido en un régimen autocrático al mando de Nicaragua. El comunicado se titula ‘¡Venezuela, dignos y valientes!’.
Allí, en nombre del Gobierno nicaragüense, dijeron que «rechaza y condena las continuas agresiones que en formato de indigno y punitivo dominio se lanzan contra nuestros pueblos y Gobiernos en tiempos que reconocemos como de batallas luminosas por nuestra dignidad, soberanía y derechos».
«Nuestro pueblo, las familias nicaragüenses, extendemos nuestro corazón solidario al glorioso pueblo de (Simón) Bolívar, (Hugo) Chávez, Nicolás, a esa gran comunidad bolivariana, unidos en ideales, valores, luchas y horizontes de paz y bienestar», continua.
Conveniencia propia para aferrarse al poder
No es un dato menor que el propio Daniel Ortega está en el poder desde 2007. Por lo cual, desde lo personal, le resulta conveniente no solo respaldar a Nicolás Maduro sino cuestionar a quien se atreva a cuestionarlo; ni se diga sancionarlo.
Al igual que Maduro, Ortega ha cometido actos “cuestionables” desde el poder. Por ejemplo, en un claro ejemplo de nepotismo, nombró a su propia esposa vicepresidente de la nación.
Además, ha eliminado sistemáticamente a toda oposición, sobre todo a los candidatos a la presidencia en los comicios. Así ha logrado posicionarse por quinta vez como presidente de Nicaragua.
Es más, en diciembre de 2020 el oficialismo presentó un proyecto de ley para “eliminar a la oposición”. Incluso portales de tendencia izquierdista como DW lo reportaron.
«La mayoría sandinista de la Asamblea Nacional aprobó ley que impedirá candidaturas de quien “aplauda sanciones contra el Estado”», anunció el subtítulo de la nota. E hicieron eco de lo dicho por los críticos de esta medida: «El régimen “quiere escoger a sus opositores”».
Por medio de esta ley, que contó con 70 votos del oficialismo versus 14 votos en contra de la oposición y apenas 5 abstenciones, los críticos del régimen acusan que se eliminó la competencia electoral.
«No importa quién vota sino quién cuenta los votos»
De manera que los instrumentos legales y legislativos de Nicaragua son aún más severos que los de Venezuela. El régimen socialista sudamericano emula tener elecciones democráticas, le permite participar a la oposición. Sin embargo, los votos finales no coinciden con la voluntad popular.
Por lo cual, para resguardar su seguridad, el candidato presidencial Edmundo González se exilió en España. En vista que el régimen no dará lugar al recuento de votos. Al contrario, incluso adelantó la Navidad para entretener a la población mientras se roba las elecciones.
Como decía Stalin, líder de la revolución soviética, «No importa quién vota sino quién cuenta los votos». Y en Venezuela se cumple a cabalidad. Pero el régimen no está solo. Cuenta con su aliado centroamericano que se aferra tanto o más al poder.
Mamela Fiallo Flor es profesora de lengua e historia, columnista y conferencista. Plasma su amor por la libertad y pasión por la verdad en cada nota.
Mamela Fiallo Flor is a language and history teacher, columnist, and speaker. She conveys her love for freedom and passion for truth in every piece she writes.