La censura en redes sociales ha llegado a tal punto que un funcionario público puede exigir develar tu identidad por cuestionar su aspecto físico. Alemania está sirviendo como laboratorio para este tipo de experimentos sociales, y no es la única nación europea que lo hace. En el Reino Unido la persecución se está recrudeciendo. Sin embargo, aún hay resistencia por parte de las plataformas. Así como en Elon Musk no se dejó presionar por la “justicia” de Brasil que exigía censurar a políticos de derecha, la plataforma Gab se negó a develar la identidad de un usuario que llamó “gorda” a una política izquierdista.
Gab no cede ante la censura
«Nos mantenemos firmes en nuestro compromiso con los principios de la libertad de expresión y no comprometeremos la privacidad ni las libertades civiles de nuestros usuarios. Rechazamos categóricamente cualquier solicitud de los gobiernos, incluido el gobierno alemán, que busque reprimir la libertad de expresión o violar los derechos de privacidad de nuestros usuarios por una expresión que está protegida por la ley estadounidense. En este caso, no proporcionaremos ningún dato de usuario relacionado con el presunto delito contra un político alemán», dijo Gab.
Aunque la empresa se negó a dar los datos y afirmó su compromiso con la libertad de expresión, la alemana podría presionar. Puesto que la Ley de Aplicación de la Ley de Redes (NetzDG) está vigente desde 2017. Exige a las redes sociales eliminar contenido ilegal. Eso incluye: discurso de odio, difamación e incitación a la violencia.
Asimismo el artículo 185 del Código Penal alemán cubre opiniones despectivas, comentarios difamatorios o expresiones que muestren falta de respeto o desprecio. Esto puede incluir abuso verbal o declaraciones que degraden el valor de alguien.
«La pena por insulto es prisión por un período no superior a un año o una multa, y si el insulto se comete públicamente», indica la ley.
En el caso en cuestión se puede alegar que no se cometió ninguna de las anteriores. Pues no es difamación decir lo evidente, tampoco incita al odio ni la violencia. La obesidad mórbida, gordura excesiva, es un fenómeno observable. En el caso de Ricarda Lang, que encabeza el Partido Verde, su sobrepeso es notorio.
La obesidad contradice el discurso “verde” ecologista
Además, su partido es en principio ecologista. Lo cual es una contradicción en sí misma. Puesto que por sus dimensiones exige más consumo de hidrocarburos, comenzando por el hecho que requieren un asiento adicional en los aviones. Antes que la “gordofobia” sea tendencia, las plataformas digitales se atrevían a cuestionar el fenómeno. Incluso el medio progresista The Guardian publicó un estudio que revelaba cómo la obesidad impulsa las emisiones de carbono. También earth.org compartió un estudio de The Lancet que alertaba la peligrosidad del impacto ambiental de la obesidad. Y es que la huella de carbono de las personas obesas es 20 % mayor que la de las personas más delgadas.
Que la libertad es decir que 2+2 es igual a 4, ya lo anunció George Orwell en su obra 1984. Advirtió cómo sería un mundo con el socialismo en el control. Mentir sería aplaudido y decir la verdad castigado incluso con tortura, nada menos que en el “ministerio de la verdad”.
Ese futuro distópico ya es realidad. En el Reino Unido un jubilado fue condenado a 18 meses de prisión por cuestionar “Quién carajos es Alá”. La corrección política ha llegado al punto que un comentario pone en riesgo tu libertad, mientras paralelamente turbas islamistas toman las calles con violencia. En Alemania llegaron al punto que un fundamentalista agredió a un referente político que cuestionaba la inmigración masiva y en lugar de inmovilizar al agresor, la policía derribó al que protestaba. Como consecuencia, el agresor apuñaló y asesinó al policía.
Pues las palabras, si bien pueden herir los sentimientos, no matan. En cambio el uso de un arma blanca sí puede ser letal. Pero en Alemania es más fácil sancionar a una mujer que cuestiona cómo los inmigrantes afganos, a pesar de ser minoría, cometen proporcionalmente más delitos. Así le pasó a Marie Thérèse Kaiser del partido AfD. Esto lo cuestionó hasta Elon Musk. Puesto que el “delito” de la política fue publicar estadísticas. Y, como mujer, mostró su preocupación por la cifra de agresiones sexuales. Pero en la jerarquía de prioridades “progresistas” los inmigrante ilegales están pro encima de las mujeres, más cuando estas cuestionan su retórica “buenista”.
Acorde aumenta la violencia e inseguridad real en Alemania, también el apoyo a AfD como alternativa a un sistema que castiga las palabras y no las acciones. Gateway Hispano así lo demostró con cifras, sobre todo en el este de Alemania.
Mamela Fiallo Flor es profesora de lengua e historia, columnista y conferencista. Plasma su amor por la libertad y pasión por la verdad en cada nota.
Mamela Fiallo Flor is a language and history teacher, columnist, and speaker. She conveys her love for freedom and passion for truth in every piece she writes.