El régimen cubano, conocido por su hermetismo y control absoluto sobre sus funcionarios, ha vuelto a quedar en el ojo del huracán tras la reciente deserción de Juan Carlos Santana Novoa, viceministro de Trabajo y Seguridad Social de Cuba, el cual aún sigue en funciones.
Santana Novoa solicitó asilo en la frontera de Nogales, Arizona, sin informar a las autoridades migratorias estadounidenses sobre su alto rango en el gobierno cubano. Al parecer cruzó junto con su esposa y fuentes informan que tiene familiares en EE.UU., tiene permiso de estancia hasta el 2026.
Esta deserción ha generado un fuerte impacto no solo por la relevancia de su cargo, sino también por las implicaciones que conlleva sobre la estabilidad interna del régimen de La Habana.
La noticia de la deserción de Santana Novoa se dio durante su visita a México para participar en la I Cumbre Técnica de las Comisiones Americanas de Seguridad Social. En medio de la visita, se trasladó a la frontera de Nogales, donde solicitó asilo.
El hecho de que un funcionario de tan alto nivel haya desertado sin previo aviso plantea serias preguntas sobre el nivel de disidencia que existe incluso en las esferas más altas del gobierno cubano.
Lo más sorprendente del caso es que el régimen cubano ha guardado silencio, evitando emitir cualquier comentario oficial sobre la deserción. En un país donde la disidencia es duramente castigada, el mutismo de las autoridades solo aviva la especulación sobre las razones detrás de esta fuga.
Este acto no es simplemente una cuestión de disidencia política o búsqueda de mejores condiciones de vida. La decisión de Santana Novoa de abandonar el régimen en un momento tan crítico envía un fuerte mensaje sobre el desgaste del gobierno cubano.
Durante décadas, el régimen ha promovido una imagen de fortaleza y unidad interna, pero la fuga de un alto funcionario sugiere que incluso aquellos en posiciones de poder están cada vez más descontentos con la situación en la isla.
El contexto en el que se produce la deserción es clave. En los últimos años, Cuba ha experimentado una profunda crisis económica, agravada por la pandemia de COVID-19 y las sanciones impuestas por Estados Unidos.
El pueblo cubano ha salido a las calles en múltiples ocasiones para protestar contra la escasez de alimentos, medicamentos y servicios básicos. Estas protestas, inéditas en la historia reciente del país, han puesto en evidencia la fragilidad del régimen y su incapacidad para resolver los problemas estructurales que enfrenta la isla.
En lugar de adoptar reformas económicas o políticas que permitan una mayor libertad a los ciudadanos, el régimen cubano ha optado por intensificar la represión.
Las manifestaciones masivas del 11 de julio de 2021, por ejemplo, fueron respondidas con una ola de arrestos y encarcelamientos, incluyendo a jóvenes y activistas que simplemente exigían mejoras en sus condiciones de vida. El silencio del régimen respecto a la deserción de Santana Novoa encaja con este patrón de represión y control de la narrativa.
A lo largo de la historia, las deserciones de altos funcionarios han sido vistas como un indicador clave de la debilidad de un gobierno. En el caso de Cuba, las deserciones no son un fenómeno nuevo, pero la relevancia del cargo de Santana Novoa hace que este caso sea especialmente significativo. Al desertar, envía una señal clara de que la crisis en Cuba no solo afecta a los ciudadanos de a pie, sino también a aquellos en las más altas esferas del poder.
Esta deserción también podría tener implicaciones importantes para las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, así como con otros países de la región.
Aunque las autoridades estadounidenses aún no han confirmado oficialmente el estatus de asilo de Santana Novoa, su decisión de abandonar el régimen podría ser utilizada por Washington como un argumento más para justificar su postura dura hacia La Habana.
La deserción de Juan Carlos Santana Novoa es solo un síntoma más de un régimen en decadencia. Durante más de 60 años, el gobierno cubano ha mantenido un férreo control sobre su población, pero los últimos años han evidenciado que ese control se está desmoronando.
Las protestas masivas, la creciente disidencia interna y la fuga de altos funcionarios como Santana Novoa son signos claros de que el modelo político y económico cubano ya no es sostenible.
El periodista Mario J. Pentón hizo una excelente investigación sobre el tema.
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Joana Campos es abogada y editora con más de 10 años de experiencia en la gestión de proyectos de desarrollo internacional, enfocada en la sostenibilidad y el impacto social positivo. Actualmente dirige JC Editorial, donde ha coordinado la edición y distribución de libros de reconocidos autores internacionales y la logística de numerosas giras nacionales. Anteriormente, trabajó como abogada corporativa, especializándose en derecho penal y corporativo. Joana es licenciada en Derecho por la Universidad de Guadalajara.
Joana Campos is a lawyer and editor with over 10 years of experience in managing international development projects, focusing on sustainability and positive social impact. She currently leads JC Editorial, where she has coordinated the editing and distribution of books by renowned international authors and managed the logistics of numerous national tours. Previously, she worked as a corporate lawyer, specializing in criminal and corporate law. Joana holds a law degree from the University of Guadalajara.